PARA EL GENOCIDA, CÁRCEL COMÚN

Por Juan Alberto Pérez

Falta un poco más de un mes para que se cumplan 44 años del inicio del tramo más oscuro de la historia argentina. El próximo 24 de marzo la histórica movilización no sólo será para hacer memoria de lo que fue la actuación de los genocidas que secuestraron, torturaron y asesinaron a centenares de miles de personas. También será una ocasión precisa para manifestarse contra la injusticia que se lleva adelante por estos días, en dónde aquellos personajes nefastos que perpetraron los crímenes de lesa humanidad han recibido algunos la libertad condicional, y otros están en trámites, por lo que esperan andar como si nada por las calles.

Si hay una herida que abrió el macrismo durante sus cuatro años de gestión fue un absurdo debate sobre las consecuencias de la última dictadura cívico-militar-eclesiástica. No sólo se intentó des legitimar el número de 30 mil desaparecidos, sino que también se intentó activar el 2X1 para los represores detenidos, y absolutamente, se desaceleró la cantidad de juicios por verdad y justicia que habían tenido un gran avance en la última década. Todo esto acompañado de una constante des legitimación de los organismos de derechos humanos y una re valorización de las relaciones de poder de las fuerzas armadas. Además, se apoyó abiertamente la actuación de las fuerzas como grupo de choque con métodos que rememoran los peores días de la Argentina.

Esto nos trae a la actualidad donde surgen en estos días dos noticias que generan escalofríos. La primera es la libertad condicional que goza José Néstor Maidana. Este sujeto que cuenta con un nombre que a priori no despierta ningún llamado de atención, fue guardia cárcel del Ex Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio (CCDTyE) “El Vesubio”. Maidana fue condenado en 2011 a perpetua por el secuestro y tortura de 91 personas. Sin embargo, al momento de cumplir el 8vo año, de sus 22 restantes, la jueza Sabrina Namer del Tribunal Oral Criminal n°4 C.A.B.A le otorgó la libertad condicional.

Esta situación por sí misma ya es estremecedora y merecedora del total repudio al accionar de la justicia que permite que este criminal camine por las calles de Adrogué, a donde reside en la actualidad. Sin embargo, hay que agregar a todo esto que los peritos psicológicos de la Corte Suprema de Justicia habían declarado a José Maidana como peligroso para terceros. “Aún subsisten en su subjetividad y en su matriz vincular elementos agresivos y coactivos que no resultan propiciatorios para el mantenimiento de vínculos saludables” habían expresado dichos peritos. Y aún peor, su esposa, Alvira del Carmen Alaniz, y su hijo Néstor Maidana, también manifestaron que que este criminal solía hacer “descalificaciones, insultos y escenas de celos” contra ellos, motivo por el cuál se sentían temerosos de su liberación y que actualmente corren serios riesgos. No obstante lo cuál la libertad condicional fue votada por unanimidad por el TOF Nº4, al considerar que Maidana tuvo una “conducta ejemplar” intramuros.

Ante esto el repudio generalizado fue creciendo al punto de que APDH Lomas expresó que “Exigimos la inmediata revocación de la libertad condicional para que esté genocida no camine suelto impunemente por las calles de la zona sur del conurbano”. Además, en las últimas horas hubo un escrache en la puerta de la casa en la que reside Maidana en el barrio de Adrogué.

 

Si mi padre hoy tuviese una picana no dudaría en llevarme a un centro clandestino y suministrarme corriente eléctrica”

 

Este duro testimonio lo expresó Analía Kalinec, hija de Eduardo Kalinec, un ex comisario de la Policía Federal condenado a perpetua por secuestros, torturas y homicidios en los CCDTyE Atlético, Banco y Olimpo que dependían del Primer Cuerpo del Ejército al mando de Guillermo Suárez Mason. Kalinec tramita su libertad condicional y en una audiencia celebrada el miércoles 19 de febrero se escuchó el testimonio de su hija, que además milita en el Colectivo Historias Desobedientes, uno de los grupos que reúne a familiares, hijas e hijos de genocidas que repudian los crímenes de lesa humanidad.

Analía fue llamada a dar su testimonio e impartió un relato tan claro como estremecedor de los que piensa de su padre. “La ley no pide falta de arrepentimiento, ni que mi padre haga aportes en relación al destino de quienes aún hoy permanecen desaparecidos, o de quienes han sido apropiados por familias que niegan la verdadera identidad a niños y niñas –hoy adultos- que viven con una identidad falsa. Pero sí lo pide la sociedad, y se lo pide también esta hija a este padre genocida. Porque, aunque mi padre no lo admita -y esto queda comprobado y probado en el escrito que él presenta y firma de puño y letra en el Juzgado Civil N° 67- no se arrepiente de los crímenes que cometió” expresó Analía en un crudo relato bien narrado en una crónica que desarrolló La Retaguardia. También agregó que su padre “sigue manejándose en esta lógica de ‘eliminación al que piensa diferente’ y de ‘dueños de la verdad’” en relación al poco arrepentimiento que el genocida que busca quedar en libertad demuestra por sus actos. Y cerró su alocución con una sentencia tan cruda que da una bofetada en los rostros de los jueces que dictan sobre este asunto. “Yo creo, señores jueces que si mi padre hoy tuviese una picana no dudaría en llevarme a un centro clandestino y suministrarme corriente eléctrica”.

Analía milita en un espacio que busca posicionarse contra lo realizado por sus padres, tomando como posición que les hijes de los represores también fueron víctimas de sus padres. En este contexto fue que el año pasado Kalinec padre le inició un juicio “por causales de indignidad” contra su hija, para que esta sea excluida de la herencia de su madre, Ángela Fava, que murió en septiembre de 2015. Toda una demostración de la capacidad de continuar lastimando personas que tienen estos sujetos.

Ante estas situaciones nos alerta a poner el foco en reafirmar la necesidad de volver a construir un consenso social respecto de lo que significó el período de dictadura en nuestro país, remarcar constantemente sus horribles consecuencias, evitar el olvido y mucho menos impedir el perdón. A sí mismo, condenar enfáticamente a todo aquél que intente poner en duda cualquier precepto contra la memoria, la verdad y la justicia. Allí estaremos el próximo 24 de marzo, reclamando cárcel para los genocidas.

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