Por Federico Firpo para Ancap
Me dice por lo bajo un amigo, qué; si hay una crisis internacional, probablemente salgan ganando los mismos… los mismos que seguramente la crearon, hoy igual que ayer y siempre
“Quedate en tu casa” bien dice la consigna, en medio de una insignia que sobrepasa todo tipo de límites (etarios, políticos, partidarios, de clases, etc). Sin embargo y más allá del inminente acuerdo social, la historia nos permite comparar con lo que otros virus han generado, léase: desinformación, caos y en este caso, por primera vez aislamiento obligatorio. En pleno contexto de movilización social, con las organizaciones feministas a la vanguardia, algunos se han atrevido afirmar que, al estar todos aislados entre parientes, la violencia hacia la mujer tendría su pico de paz, sin embargo, los datos arrojan (otrora) que la gran mayoría de los femicidios han sucedido en el seno familiar. Tampoco tenemos hoy la eminencia de análisis profundos, es sencillamente prender la radio o el televisor para encontrarnos solo con cantidades de números de muertes y casos por coronavirus. Incluso, hasta se está bajando a diario, un ranking de los países con más fallecimientos a causa de lo que pareciera ser a estas alturas su “única” vía.
El “virus chino” lo han denominado los mandamases de la gran potencia mundial (EEUU) y de allí un pequeño kiosquito que se empieza a dejar ver. Por un lado, las ONG (sector privado versión Siglo XXI) cercanas a la OMS, recibiendo, a manos de organizaciones públicas, megatransferencias de dinero en el nombre de “una vacuna que parece haber sido ya creada” y márgenes de ganancia para los demandantes de petróleo (en lo que significa una baja forzosa en el precio del crudo de este suministro esencial), en medio de un parate universal de los transportes de larga distancia, particularmente los aéreos. Ciertos portaaviones parecen no haberse enterado, mientras desfilan los mares del caribe. Fácil es, como megamagnate gringo, autovalerse para sí el título de vidente por aludir y “predecir” que no hay que preocuparse a futuro por las guerras misilísticas, sino más bien de ataques bacteriológicos, sobre todo teniendo en cuenta que no han sido, a nivel internacional, de gran preocupación para los medios masivos de comunicación las invasiones y ataques simultáneos hacia los pueblos de, por ejemplo: Irak, Afganistán, Palestina, Siria, Qatar, Cuba, sumados (en las últimas décadas y más aún en la actualidad) a las amenazas en el cono sur latinoamericano, particularmente dirigidas con destino a Venezuela… Irrupciones violentas, llevadas a cabo todas, por las mismas “valientes tropas” de siempre.
Será redundante a esta altura hablar de: los Estados Unidos, el Estado Israel e Inglaterra, zorros viejos en la creación de sus propias causas aliadas, tras ello que habremos de denominar: “Guerras por la Paz”, con la (por enésima vez) “novedosa” vía de invasión del país portador de aquello que para el caso fuera necesario (ante este estado de cosas Venezuela, el petróleo y una serie de ahorros en los costos de transporte por la cercanía entre la patria bolivariana y los Estados Unidos en comparación con los países petroleros, anteriormente invadidos, de Medio Oriente), lanzando una “misiva” a contramarcha de un mundo en cuarentena. Esta vez, con la excusa que supone al Presidente venezolano, en sus tiempos de ocio, desempolvando cual “hobby” la venta de cocaína y, paradójicamente, denunciado por los líderes del país nº 1 en el mundo en importación y consumo de dicho estupefaciente (que la inocencia me valga, todavía se siguen buscando las “armas químicas” de Bagdad). Los marcianos serán a partir de ahora vinotintos, así como lo fueron ayer verde oliva y poco antes rojos.
Astronautas terrestres en la tierra, terrícolas de un mundo sin más mundo, más allá de lo satírico, más acá de lo impredecible, creo a todos coincidir en el deseo que la obra de este bicho raro se extinga pronto.
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