ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE LA GRAN VIOLETA PARRA

Por Verónica González

“Solo el amor con su ciencia
Nos vuelve tan inocentes”.

 Violeta Parra, Volver a los 17.

El 4 de octubre de 1917 nace Violeta del Carmen Parra Sandoval, en San Fabian de Alico, Chile.

Hija de Clarisa Sandoval y de Nicanor Parra.

Creció en un ambiente muy pobre teniendo que afrontar muchas situaciones extremas, pero también rodeada de música. Su mamá era campesina y cantora popular y su papá profesor de música.

La pobreza no impidió que los hermanos se organizaran para cantar en las calles, circos y trenes. De este modo podían ayudar en la casa y además disfrutaban de cada presentación.

De hecho, cuentan que su fascinación por el circo, habría sido la una semilla para que muchos años después, siguiera revolucionando el mundo artístico con “La carpa de la Reina”.

Violeta tuvo 9 hermanos: Nicanor, Hilda, Roberto, Eduardo, Lautaro, Elba, Caupolicán, Olga y Óscar. El mayor, Nicanor, fue uno de los principales poetas de la historia de Chile.

Con su hermana Hilda, a los 17 años formaron un dúo folclórico que se llamó “Las hermanas Parra”.

Violeta tuvo grandes amores y 4 hijos, Isabel Parra, Angel Parra, Carmen Luisa Arce y Rosa Clara Arce.

Serán varias las giras y los viajes alrededor de pueblos de Chile con sus hijos, donde impulsada por su hermano Nicanor comienza a rescatar, recopilar e investigar la música folclórica chilena.

Es así que empieza a componer sus primeras canciones y es invitada a Varsovia al V Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes. Es durante esta gira, que le avisan el fallecimiento repentino de su hija Rosita Clara, una pérdida que le costará sobrellevar durante toda su vida.

Luego se trasladará a París, donde residirá durante algún tiempo.

Es importante hablar de la inmensidad de esta mujer, de su manera de transitar el mundo, de sus letras comprometidas con la realidad social y de ese acercamiento que generaba con los invisibles, viajando para rescatar las raíces y las costumbres campesinas, a partir de muchas canciones que habían quedado en el olvido.

Compositora folclórica, artista plástica, trabajaba con la arpillera realizando bellísimos tapices y también amaba pintar con óleo. Experimentaba con el papel maché y la escultura.

Se expusieron sus arpilleras, pinturas y esculturas en el Musée des Arts Décoratifs del Louvre, entre el 8 de abril y el 11 de mayo de 1964. Y actualmente, su obra se encuentra en el “Museo Violeta Parra” en Santiago.

En este video la podemos disfrutar en una entrevista de 1965, luego de exponer su obra visual en el Museo de Louvre de París, en su taller de Ginebra, Suiza.

https://www.cooperativa.cl/noticias/entretencion/musica/violeta-parra/la-entrevista-a-violeta-parra-en-su-taller-de-suiza/2014-02-05/125810.html

Violeta una mujer que no cedió frente al deseo de cambiarlo todo, que al volver a Chile logró su gran sueño: tener una carpa grande de Circo llamada “La carpa de la reina”.

Fue el 17 de diciembre de 1965, en la esquina de avenida La Cañada con Mateo de Toro y Zambrano en la comuna de La Reina, que instaló una gran carpa que se llamó “Carpa de la Reina”. Su idea era convertirla en un importante centro cultural del folklore. Durante el día se realizaban cursos de folklore y por la noche, las Peñas se desarrollaban junto a una variedad de artistas, mientras Violeta ofrecía sus comidas caseras.

“Aquí voy a mostrar mis pinturas, mi arpillería, mis cerámicas, mis canciones”, decía Violeta.

Su hija Isabel recuerda: “su decisión de vivir en la carpa era un rechazo absoluto a lo convencional. Un reencuentro con la tierra. No quería saber nada de alfombras ni de casas con brillante piso. A veces con liviandad y otras con enorme violencia, nos reprochaba a nosotros, sus hijos, nuestra forma de vida aburguesada”.

Pero los tiempos sombríos llegaron y sacudieron esos sueños.

Cuentan que Violeta sufría, tanto por lo padecido durante su vida, como por la falta de apoyo y de reconocimiento. Que la carpa se inundaba cada vez que llovía y que no era fácil llegar; que les vecinos se quejaban por “los ruidos molestos”. Sumado a lo cual, su gran amor, Gilbert Favre, se marcha a Bolivia, sumiéndola en una profunda tristeza.

“El invierno se ha metido en el fondo de mi alma y dudo que en alguna parte haya primavera; ya no hago nada de nada, ni barrer siquiera. No quiero ver nada de nada, entonces pongo la cama delante de mi puerta y me voy”, escribió antes de terminar con su vida definitivamente el 5 de febrero de 1967.

Me gusta recordarla como la viajera que recuperaba la voz de los olvidados, que cantaba sobre las penas de Arauco y volvía a los 17, donde la brisa envolvía los sueños de juventud, que nunca dejó de cumplir.

Violeta que multiplicó y defendió sus raíces campesinas; que les transmitió a sus hijos ese amor por el arte y las personas.

Una mujer maravillosa que denunció las injusticias y no calló frente a las grandes instituciones, como ser la iglesia y el estado chileno.

Así lo expresa en la letra de “Qué dirá el Santo Padre”.

“Miren como nos hablan del paraíso,

cuando nos llueven balas como granizo.

Miren en el entusiasmo, por la setencia,

sabiendo que mataban ya la inocencia”

 

O también en “La carta”.

 

“Yo que me encuentro tan lejos

Esperando una noticia

Me viene a decir la carta

Que en mi patria no hay justicia

Los hambrientos piden pan

Plomo les da la milicia, si”.

Una gran artista que desafió los convencionalismos, que no claudicó frente a las adversidades por el hecho de ser “mujer” ni “madre”. Viajaba y cantaba junto a sus hijos, los llevaba con ella y de ese modo, no renunciaba a su deseo.

Quizás… las perdidas fueron insoportables y quiso descansar.

Hoy es un día para celebrarla y darle las gracias por su existencia, como ella misma, antes de morirse le agradeció a la vida con esta bellísima canción.

Gracias a la vida

Gracias a la vida, que me ha dado tanto

Me dio dos luceros, que cuando los abro,

perfecto distingo lo negro del blanco,

y en el alto cielo, su fondo estrellado,

y en las multitudes, el hombre que yo amo.

Gracias a la vida que me ha dado tanto

Me ha dado el oído que en todo su ancho

Graba noche y día grillos y canarios

Martillos, turbinas, ladridos, chubascos

Y la voz tan tierna de mi bien amado

Gracias a la vida que me ha dado tanto

Me ha dado el sonido y el abecedario

Con él, las palabras que pienso y declaro

Madre, amigo, hermano, y luz alumbrando

La ruta del alma del que estoy amando

Gracias a la vida que me ha dado tanto

Me ha dado la marcha de mis pies cansados

Con ellos anduve ciudades y charcos

Playas y desiertos, montañas y llanos

Y la casa tuya, tu calle y tu patio

Gracias a la vida que me ha dado tanto

Me dio el corazón que agita su marco

Cuando miro el fruto del cerebro humano

Cuando miro el bueno tan lejos del malo

Cuando miro el fondo de tus ojos claros

Gracias a la vida que me ha dado tanto

Me ha dado la risa y me ha dado el llanto

Así yo distingo dicha de quebranto

Los dos materiales que forman mi canto

Y el canto de ustedes que es el mismo canto

Y el canto de todos que es mi propio canto

Gracias a la vida, gracias a la vida.

Violeta Parra.

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