EL LÍMITE DE LA DEDOCRACIA

Por Federico Firpo

Esta semana última, tras la aparición de una niña pérdida, muchos han sabido especular de cara a sus propios intereses; políticos, empresarios, periodistas, pero sobre todas las cosas, entre todos ellos, aquellos negadores compulsivos de mirada neoliberal escondida.

Obviamente, en esto de especular, nadie habrá de hacerse cargo de los males propios, mucho menos de los males que de la acción de uno mismo hayan sabido nacer. Las razones de la pobreza, la indigencia y la extrema vulnerabilidad no son tan difícil de ser detectados en la historia de nuestro amado país. Mejor aún, es saber de que lado de la vereda camina cada uno. No nos olvidamos de Macri hablando en tercera persona con los trabajadores que “no podían andar en pata en sus casas en invierno”, pero hablando en primera persona junto a la cámara empresarial, indignado al grito de: “no puede ser que cada vez que queramos echar a alguien tengamos que encontrarnos con los juicios laborales”.

Martínez de Hoz, Cavallo, Sturzenegger, todos superpoderosos de épocas en las cuales inflexiblemente la pobreza, la desigualdad y la extrema vulnerabilidad han sido pronunciadamente acentuadas, por no decir polarizadas y concentradas, a manos de un sistema qué, según sus propias palabras, requería de la determinación de tomar algunas decisiones a expensas del pueblo, siendo que lo importante se trató siempre de frenar la inflación y el déficit financiero, el gasto público, generando así, un país confiable de cara a los grandes imperios. Las palabras son lindas, pero los hechos no toman en consideración lo concreto de dejar a la deriva un mecanismo interno que ha de retener a los propios. No nos olvidemos de la propaganda de la silla que se rompía por ser producto de la mano de obra en industrias nacionales y la posterior satisfacción de abrir las puertas al mercado libre de las grandes empresas norteamericanas. Los mismos que te mandaban a una Guerra para defender la Patria de los invasores, en realidad, ya la habían vendido.

Videla, Massera, Galtieri, implorando la “plata dulce”, Menem abrazándose a Bush y a Clinton, Macri con Obama y Lagarde nada de lo cual significó ni una cosa, ni la otra. Es decir, no sólo que desindustrializaron por completo el país al venderlo a la suerte de foráneas Grandes Empresas, sino que encima esto lejos estuvo de mejorar las condiciones socio económicas del país. De más está decir, que seguimos esperando las “inversiones” que habrían de ponernos de cara al mundo, o bien reconociendo al “mejor equipo de los últimos cincuenta años”…

Consecuencias del proceso: desindustrialización, cierre y quiebra de fábricas, desempleo, cierre de las changas como “la parrillita” que proveía del almuerzo a los trabajadores de la fábrica ahora cerrada, a fines de cuenta, sin plata en los bolsillos la ciudad empieza a empobrecerse. Podríamos seguir con la inseguridad y la delincuencia como consecuencia de la marginalidad en la que se termina por caer…

Lo paradójico y paradigmático, es que quienes lejos de asumir las responsabilidades que bien les pudo haber cabido por generar estas condiciones, aparezcan, por el contrario, reivindicándose contra la decadencia del paisajismo “pobrístico”, incluso poniendo en duda los márgenes de la Democracia. Como insinuando que en la dictadura no había pobres. Habría que explicarles que en aquel entonces la pobreza se tapaba o se escondía, como por ejemplo hicieron con “Ciudad Oculta”. Paredón o ejecución si tu cara no me gusta.

Es increíble que la Democracia de hoy nos permita poner en la arena del protagonismo político a personas qué, de una o de otra manera, sigan reivindicando al modelo neoliberal, que no es otra cosa, en nuestro país y en el mundo entero, que la justificación de un universo de ideas solo ejecutable a través del plomo, el miedo y la sangre de sus pueblos.

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