Por Federico Firpo
Ojos que me miran
sangrando en tus heridas
muevan las montañas
cordilleras que dan vida.
A la estrella que me guía
desde lo alto y sin salida
encrucijada derrotada
lagrimal que me ilumina.
De glaciares que hoy no brillan
nos valemos la fortuna
a migaja inmensidades
desperdicios hechos ruinas.
Rotos pero llegados
por destino del camino
el campo fuera ciudad
allá lejos el olvido.
Perpetrados de un hastío
caprichosos por vivirlo
perdimos la paciencia
brújula de sin asilo.
Tierra que no es de nadie
ni siquiera de ella misma
forzada a contra voluntad
mujer puesta a la deriva.
Rotando por sí sola
nos devolverá la guía
seguro que a esas horas
culparemos la deriva.
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