Por Juan Meza
Dibujo Martín vera
El Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVyM) se discutió esta semana y le dieron un aumento del 35%. Lo lleva de $ 21.600 a $29.160 pero en febrero de 2022. La excusa es que no hay dinero, pero ¿es así?.
Una familia de dos adultes y dos menores (familia tipo) donde los dos adultes trabajan 8 horas diarias, de lunes a viernes o a sábados, y tengan la posibilidad de estar en blanco, se podría llamar, en el contexto que estamos viviendo, privilegiades de poder tener trabajo para poner un plato de comida en la mesa todos los días. Pero si esos dos adultes, perciben en sus respectivos trabajos el SMVyM, no llegarán a cubrir la canasta básica de alimentos y pasarán a formar parte del fenómeno que da por estos tiempos de: “trabajar para ser pobres”. El informe del INDEC de la semana pasada muestra un incremento de la canasta básica del 5% respecto de febrero y acumula un 45% en el interanual, lo que quiere decir que hoy en día para poder cubrir la canasta básica se necesitan $ 60.874. Eso significa que, si no se llega a ese umbral de dinero, a esa línea imaginaria e inalcanzable, se es pobre y se pasa a engrosar la estadística fría del 42% de les argentines. Entonces, si una familia tipo, donde les dos adultes perciben el mínimo de los salarios suman $43.200, todavía está muy lejos de esos $60.874 de la canasta básica.
Esta semana el Consejo del Salario se sentó a discutir el aumento de este salario, que ya quedó corto como es costumbre, y otorgaron un 35% a pagar en 7 cuotas. Por lo que recién en febrero de 2022 el piso va a llegar a $29.160. En abril el aumento es del 9%, llevando el salario a $23.500, luego siguen en mayo 4%, junio 4%, julio 3%, agosto 5%, noviembre 5%, febrero 5%, mantenido una cláusula de revisión en septiembre. Este salario, más allá de la pobreza ética que tienen quienes se sentaron en la mesa a discutirlo, empuja, el resto de los salarios y hace subir los planes sociales, ya que cada plan social es la mitad de un SMVyM. Si en una familia tipo, les dos adultes no consiguen trabajo y perciben un plan, esa “ayuda” del Estado, están recibiendo $10.800 mensuales cada une, lo que, sumados, el ingreso a ese hogar, en el mejor de los casos si tiene un techo donde dormir, es del total de un salario mínimo; lo que convierte a esta familia en indigentes, ya que, según el INDEC, una familia para no caer en la indigencia necesita $ 25.685. Las cifras son abrumadoras y la realidad en el día a día en la calle, lo es más.
Un informe paralelo que realizan los trabajadores del INDEC, que es un estudio que en muchos países se toma en cuenta, pero que en el nuestro aún, aparentemente la clase política no se enteró, detalla que una familia tipo, como la antes mencionada, para poder vivir, no sobrevivir, necesita mensualmente $ 92.928. este informe llamado “Canasta de consumos mínimos” contempla desde el alquiler, cosa que el INDEC en sus informes no contempla, hasta lo más mínimo que necesita una familia para poder vivir ajustada, pero bien, sin sobrarle nada. Si hacen la comparativa rápida de estos casi $93.000 con los $21.600 que se percibe realmente, las conclusiones pueden ser muchas, pero hay una que no puede faltar y se llama vergüenza.
Es vergüenza la que les falta a ésos y ésas que deciden sobre nuestro futuro, a les que votamos cada dos años, que cuando están en carrera nos miran, y cuando ganan miran el trofeo, y el trofeo en esta sociedad es la clase dominante, quien en realidad mueve los hilos, ya que siempre, pero siempre van a hacer todos los movimientos posibles para poder mantener su status quo. Ese status que las dirigencias permiten mantener, como fue el caso de Mauricio Macri y como lo es el de Alberto Fernández. Mientras los pobres son cada vez más pobres, los ricos son cada vez más ricos, y esas garantías las mantienen a base de una red entrelazada en política y poder económico donde el pueblo es el que lo sostiene. Ese poder económico, esas fortunas que en este año de pandemia se acrecentaron aún más, no tienen un gramo de vergüenza por toda esta situación. Esas grandes fortunas son las que presentan recursos de amparo ante la justicia para no pagar el 2% de su patrimonio, por única vez, en pesos, de un valor fiscal (no real), mientras el grueso de la sociedad es pobre, y esa tendencia, si no cambia la dirección del barco, se acrecentará.
Si el pueblo pobre es cada vez más pobre y las minorías ricas, son cada vez más ricas, es porque evidentemente dinero hay. La viva está, pero en pocas manos. El Gobierno de Alberto Fernández nos prometió poner por delante a los de atrás, entendiendo a los de atrás a les más pobres. Por ahora no está cumpliendo. Le tocó bailar con la más fea, un país en ruina en medio de una pandemia, pero ajustó donde no debería ajustar más, porque esa tuerca está a punto de romperse, es hora de ajustar la otra tuerca, la que nunca tuvo ninguna vuelta, para ver si así se puede descomprimir la situación.
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