Por Redacción ANCAP
Este Primero de Mayo, día de reflexión para la acción, se nos viene a la mente el recuerdo de Hilda Guerrero de Molina y su lucha junta a les trabajadores de la industria azucarera en la provincia de Tucumán, allá por la tan distinta y tan igual década de los ’60.
Es que la labor solidaria de Hilda se puede encontrar hoy en les trabajadores de la salud de Neuquén, que resistieron tanto tiempo en la ruta para obtener respuestas de un gobierno insensible.
Hilda, había comenzado a trabajar en los cañaverales tucumanos a muy temprana edad y sufría en carne propia las injusticias del sistema, salarios de hambre, precarización, pésimas condiciones y todo lo que sufren aún hoy les trabajadores.
Entrados los años, se afilió a la Federación Obrera de la Industria Azucarera (FOTIA) y fue una de las organizadoras de la resistencia al cierre de ingenios impulsado por el dictador Onganía.
Encargada de las ollas populares que paliaban escuetamente el hambre de miles de hombres, mujeres y niñes que las políticas de desindustrialización empujaban a la lucha, sufrió cárcel y torturas de las que regresó para seguir al frente de sus compañeres.
Al frente iba cuando una bala policial le truncó la vida aquel 12 de enero de 1967, fecha en la cual la FOTIA había convocado a manifestarse en el ingenio Bella Vista.
Desde aquel día, Hilda pasó a ser bandera y ejemplo de miles de mujeres y hombres que tienen ocasión de conocer su historia.
Por un Primero de Mayo de Reflexión para la Acción, nuestro reconocimiento a la Compañera Hida Guerrero de Molina y, abrazando su memoria, para todes les que luchan.