Por Redacción Ancap
Las jornadas del 19 y 20 de diciembre del 2001 no solo fueron marcadas por la represión de un presidente que la única salida que encontró fue decretar el Estado de Sitio y a las horas renunciar, sino que fue, desde 1983, el acto más democrático que piso el suelo de nuestro país. El pueblo saliendo a las calles, sin organización, pero sabiendo que la situación no daba para más e imponiendo las condiciones a la clase política que se encontró incompetente para resolver los problemas de hambre y desigualdad.
Los gritos al unísono de “QUE SE VAYAN TODOS” o “PIQUETE Y CACEROLA LA LUCHA ES UNA SOLA” reinaron por aquellos días. Los años ´90 fueron marcados por las privatizaciones y hambre generalizado, donde el cierre de ramales de ferrocarril, y las políticas de ajustes del peronismo, con Menem a la cabeza, sentaron base de un malestar social de las clases mas postergadas. Los cortes de rutas fueron la novedad de aquellos años donde se intentaba enfrentar a un gobierno neoliberal que atendía solo las llamadas de Washington. Para el inicio del nuevo siglo, la convertibilidad seguía imponiéndose con Domingo Cavallo como padre de la criatura, el por entonces nuevo presidente, Fernando De La Rúa, lo sostenía en el cargo y la olla a presión estaba a punto de estallar. La gota que rebalso el vaso fue cuando los ahorros que supuestamente estaban en los bancos no estaban allí y así el corralito nació a la par de los reclamos. El hambre aumentaba y la desazón creció al calor de las revueltas populares y las jornadas del 19 y 20 de diciembre fueron el estallido social y acto más democrático que el pueblo argentino vivió.
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