¿VANDALISMO PRO SOJERO EN SAN ANTONIO DE ARECO?

Por Aldonsa Lorenzo

Ana Andra es una Artista visual, egresada del Instituto Kunst de Basilea (Suiza), con un Máster en Fine Arts, residente desde hace mas de tres años en San Antonio de Areco, preocupada y ocupada en la cuestión ambiental. Sus inquietudes sobre las problemáticas que acarrea a población el modelo productivo vigente, el cual se basa en monocultivos transgénicos que requieren enormes cantidades de sustancias químicas nocivas para la salud humana, animal y vegetal conocidas popularmente como agrotóxicos, la impulsaron a realizar una Instalación artística en la Plaza Arellano, el pasado 6 de octubre, con el fin de visibilizar dicho tema. Lamentablemente, lo que debiera haber sido una riquísima experiencia cultural terminó en un acto de vandalismo, propio de energúmenos, al que el Estado Municipal soslayó por completo y la Policía de la Provincia de Buenos Aires minimizó llamativamente. Para conocer los detalles de tan lamentable suceso nos entrevistamos con Ana, quién nos pone en contexto y narra sin tapujos lo ocurrido en pleno centro cívico de la ciudad. Entrando en tema nos cuenta sus primeras impresiones sobre la cotidianeidad arequera y los motivos que la llevaron a realizar la Instalación vandalizada. “Vivo en Areco desde hace tres años, no elegí el pueblo para vivir, pero el padre de mi hija tiene su casa acá y pensamos que este era un lugar mejor que Capital para criarla. Yo cursé mi carrera en Alemania y Suiza, vine al país por un intercambio de estudios y quedamos embarazados, por lo que decidimos que nuestra hija naciera en Argentina. En 2019 nos venimos a Areco y habiendo vivido en Berlín y en Suiza me formé cierto nivel de consciencia sobre reciclaje y pequeñas acciones por el cuidado del ambiente que veía que acá la gente no aplicaba. Intenté muchas veces trabajar con agentes del municipio pero nunca me respondieron; les envié mails con un modelo de economía circular de la Ciudad de Rafaela, Santa Fé, nunca me lo contestaron e incluso he ido con mi beba a decirles que después de un año aun no me habían contestado. Después de eso me contactaron con una ambientalista a la que le manifesté mi inquietud por conocer los lugares de reciclado y nunca me invitó a que vaya. Entonces, por mi cuenta, como hace mas de veinte años que soy vegetariana y viendo que en el pueblo había muy poca alternativa al consumo de carne, me pareció buena idea comenzar a traer yogures a base de leche de coco para muchos hijos intolerantes a la lactosa. Siempre traté de acercar innovaciones relacionadas con una manera mas sana de vivir. Propuse una ludoteca para que podamos compartir los juguetes de nuestros hijos y no tener que comprar tanto, pensando que en un pueblo chico esto sería mas aplicable; también propuse talleres de compostaje, para que en los bellos jardines que hay en la zona la gente separara lo orgánico de lo inorgánico y evitar así que los perros rompan las bolsas de basura. Todo cayó en saco roto.”

A pesar de la desidia gubernamental, Ana no se desanimó y buscó en la expresión artística una vía para canalizar las ganas de seguir aportando su granito de arena al cuidado del ambiente. Con las herramientas de su vocación fue ensayando obras en las que retrató temas relacionados con la cuestión ambiental, tales como el “consumismo”, “el glifosato”, “el packagin”, “la agroecología”, “el monocultivo”, “las inundaciones”, “el cuidado de la tierra”, “las leyes”. Nunca imaginó que una obra de arte generara tanta violencia injustificada.

Siendo alumna regular de la tecnicatura de cerámica en la Escuela de Arte Gustavo Chertudi, fue invitada a participar de una muestra en el marco de la Semana de las Artes. Entusiasmada con la posibilidad de compartir su arte y su mensaje,  realizó un breve pero contundente audio visual que formaría parte de la Instalación, la cual consistió  en: un montículo de tierra negra sobre el que se posaba un plasma a través del cual se exhibía el video, mientras por unos parlantes se reproducía el audio.

La obra, expuesta en la esquina de la Plaza Arellano correspondiente a la intersección de las calles Alsina y Mitre, llamó la atención de gran cantidad de paseantes y transeúntes antes de su dramática culminación. Así nos lo relata la Artista: “…había un montículo de tierra y, sobre él mi televisión. Todo fue fantástico hasta que, cerca de las 19:50 o 20:00 hs, una persona pasó y le pegó dos fierrazos a la tele, inutilizándola mientras el audio seguía sonando. Fue muy estresante la situación, luego de la cual nos dirigimos a la comisaría e hicimos la denuncia correspondiente. Lamentablemente no pudimos dar con el agresor ya que, supuestamente, no hay registros de lo sucedido, ni en las cámaras del Banco Provincia (ubicado justo frente al lugar donde se ubicaba la Instalación), ni en las que monitorean la seguridad del Casco Urbano.”

El suceso debería interpelar a toda la sociedad arequera ya que pone de manifiesto que las personas y los bienes están inermes ante hechos de violencia acontecidos en el mismísimo corazón del pueblo, al tiempo que da lugar a la hipótesis del contubernio entre el Estado Municipal, la Policía y los Envenenadores Seriales a quienes la Instalación de Ana Andra seguramente ha disgustado.

La reflexión de la Artista hacia el final de la entrevista basta para graficar las impresiones que hechos de esta naturaleza generan no solo en las víctimas directas, sino también en las personas de buen sentido que toman conocimiento de los mismos. “Cuando me avisaron de la agresión yo estaba con mi hijita y no iba a salir a correr a ningún vándalo. Yo estaba preparada para hablar de agroecología, pero no estaba preparada para la violencia. Al principio me bajoneó porque era la tele de mi casa y mi hija me decía –uh mamá rompieron la tele-, pero después me dio mas fuerzas para poder seguir. Yo no sé si esto lo hicieron porque les molestó el mensaje o porque no están acostumbrados a ver la exhibición de una tele en la calle.” Quien escribe estas notas se inclina por la primer opción, queda a quienes leen sacar las conclusiones que crean acertadas y estar alerta frente a una realidad que desde los Gobiernos pretende barrerse bajo la alfombra.

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