Por Federico Paterno
La crisis de la docencia en el aula no sólo remite a un problema de ausencia de criterios propios para llevar a cabo, sino también nos advierten una crisis en la sociedad en general. Esa crisis responde a una ausencia del debate político no solo en grupos docentes que en ocasiones solo responde a un trabajo administrativo, sino al rol que ocupa el docente en el aula, que es un rol político. La educación no puede y no debe ser tomada como un camino de acumulación de capital, sino que debe tener como eje transversal la construcción de sentido común para que los y las jóvenes puedan tener una mayor apertura a la reflexión.
En primer lugar es emancipador pensar que aún hay gente, dedicada a la educación, que busca continuamente reforzar las aristas que están inconclusas, es una tarea indispensable la de pensar cómo llegar, ¿Cómo llego a esos jóvenes? ¿Cómo hago para que levanten su mirada de las herramientas de dominación masiva? ¿Qué rol ocupo en este lugar?
La necesidad de buscar respuestas a estás preguntas va a estar sujeta a la posibilidad de pensar y re pensar la actividad docente desde la mirada política que se debe tener para poder analizar lo que ocurre en la vida diaria. La escuela en algún momento fue como un lugar de construcción de sujetos de transformación, por esto es necesario que aquellos y aquellas que están al frente de un aula puedan comprender conceptos básicos como los de Paulo Freire que dijo “la educación verdadera es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo”. En este caso la acción queda estancada en algunas ocasiones con la mirada puesta en el manual de Aula Taller donde se convierte en un refugio de reproducción constante de palabras vacías que no convocan a niguna reflexión y menos aun a ninguna acción concreta. Pensar la docencia y pensarse docentes por fuera de la acción cultural para la libertad es tener una mirada puesta en la educación como un contrato bancario. Ni mas, ni menos, donde pasan las horas pasan los días, las semanas y solo tengo una fuerte acumulación que en algunos casos es de gran stress y que no logra ser satisfactoria para ninguna persona que esté presente en el aula y pueda escuchar a un docente el día viernes en su hora 50 donde no puede tener ninguna apertura a ningún debate.
Esto no quiere decir que no estemos atentos a que la situación económica de las y los docentes está en crisis hace muchos años. Pero sí nos debemos una fuerte autocrtica que no existe, y está relacionada con la falta de formación que muchos eligen tener, eligen porque no abordan libros, textos, debates o ideas. Sólo ver el rol docente como algo que refiere a cumplir un horario nos habla de una ausencia de rol político indispensable, y eso se transmite en muchas ocasiones a los y las estudiantes. No poder siquiera leer un libro que nos permita actualizar ideas de contenidos escritos en 1990 nos advierte ahí una autocritica pendiente. Reitero, esto no habla de docentes vagos, lo que si describe es una ausencia de conciencia de clase a la hora de hablar en el aula. ¿Desde dónde se habla? ¿Por qué no intento generar la discusión política?
La sala de profesores, ese lugar donde todo puede ocurrir, ventas, debates y comentarios de odio de clase. Cuestionar a quienes repiten o repetían, mirar con la vista cruzada a los extranjeros, “pero sin ofender eh”, la pregunta que hay que hacerse es ¿Para qué están formados los y las docentes? Educar y tener esa gran responsabilidad es un arte y para llevar a cabo ese arte es necesario la reflexión y la planificación previa de cada acción.
La educación merece una oportunidad para ser pensada en clave de transformación social y política; se debe abandonar la cuestión de la comodidad. Lejos de la miserable meritocracia que muchos pregonan, incluso desde muchas aulas, la educación y los y las pibas merecen también una forma de acercamiento diferente a lo establecido. Si hablás de democracia, ¿cómo la abordamos? ¿qué es la democracia para los jóvenes? ¿Votar cada cuatro años? ¿Qué piensan los pibes de la participación de ellos y ellas en esta democracia? ¿Por qué no escuchan a menudo que son protagonistas de los cambios por venir? Muy probablemente sea porque no hay ganas de salir muchas veces de ese maldito manual de Aula Taller, que nos deja tranquilos, con tiempo libre y sin necesidad de ser interpelados por los estudiantes. No obstante esto después el dedo acusatorio a la juventud perdida aparece por doquier.
Ranciere, el escritor francés escribió una gran obra literaria que es “El maestro ignorante”, y señaló una frase que nos invita a pensar este rol para tener en cuenta a lo largo del ejercicio de esta profesión «Un maestro ignorante no es un ignorante que decide hacerse el maestro. Es un maestro que enseña sin transmitir ningún conocimiento…»
Haga silencio, mire el pizarrón y no hable, un claro estereotipo de lo que añoran muchos docentes en su ámbito de poder: el aula. Seamos una sociedad de la disciplina, ¿esa es la meta? Escuelas que prefieren evitar complicaciones con las familias e inspectores y por lo tanto no activan situaciones que pueden abrir debates que alteren el orden establecido. “Los pibes no dan bola”, “Son super irrespetuosos”, son frases repetidas, por esto es que los y las docentes tienen la doble tarea de poder ganar esa batalla, y darle voz a ellos. Abandonar el monólogo y poder construir un vínculo colectivo. Ocupar el espacio y generar las condiciones de enseñanza para abordar una mirada que rompa ciertas estructuras.
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