Por Redacción ANCAP
Arte de tapa Martín Vera
La sociedad argentina enfrenta un nuevo proceso electoral, por medio del cual se “decidirá” el rumbo hacia el que será conducido el país en los próximos tiempos. La falacia de los tercios se impone en un escenario de analfabetismo histórico-político planificado y sostenido por quienes pretenden representar al pueblo, mientras los Partidos mayoritarios en campaña se sacan los “trapitos al sol” de manera obsena dejando entrever, en la intimidad de sus “adversarios” y a modo de espejo, la baja catadura moral de la clase dirigente. En tanto, la masa crítica crece y de manera instintiva busca verdaderos horizontes de cambio por fuera de estructuras partidarias a las que sabe anquilosadas y corrompidas.
En su derrotero hacia la profundización del saqueo de los bienes comunes, los representantes del poder económico transnacional que opera en la Argentina han logrado instalar tres fórmulas de derecha con posibilidades de hacerce con las riendas del gobierno nacional: Massa-Rossi; Bullrich-Petri; Milei-Villarruel. Las otras fuerzas que presentaron candidaturas siguen, por el camino empedrado de buenas intenciones, como furgón de cola de un sistema en franca decadencia.
El drama que vive la sociedad tiene visos de tragicomedia en las pantallas y, en la realidad cotidiana, el deterioro de las condiciones de vida de gran parte de la población es el caldo de cultivo en el que proliferan gérmenes de toda clase. La innegable pérdida del poder adquisitivo de la clase trabajadora, provocada por la inflación que generan los especuladores oficiales y extraoficiales, atiza el descontento y crea las condiciones para que el día a día se convierta en un sálvece quien pueda. Así, vemos crecer la pobreza, la inseguridad, la violencia entre pares, la superexplotación, el desempleo y la imposibilidad de acceso a la vivienda, al tiempo que decaen los niveles de educación, salud y bienestar social. A todo esto se suma una cuestión de capital importancia: la destrucción de la naturaleza a manos del extractivismo enseñoreado hoy y enarbolado como bandera de futuro por quienes aspiran a dirigir los destinos del país.
En este contexto, el aparato mediático de los partidarios del status quo logró imponer la idea de que la ciudadanía argentina se encuentra dividida en tercios y representada por las tres fórmulas mayoritarias que se disputan la elección. Sin embargo, los datos sobre el nivel de abstención en las últimas P.A.S.O. dan por tierra con esta falacia con la cual se intenta invisibilizar a la cuarta fuerza social en pugna.
Ciegos de poder, sordos de ambición, los partidos y sus dirigentes desconocen esta creciente fuerza y solo se acercan a ella para rapiñar algún voto a sabiendas de que, al contrario de lo que ellos pregonan, esta no es una elección de “tercios”, sino mas bien una elección de “cuartos” en la que el abstencionismo obtuvo el primer puesto con el 31% de los sufragios no emitidos . También a sabiendas desoyen las propuestas y los reclamos que esta fuerza viene balbuceando hace décadas, sabedores de su propia incapacidad para atender cuestiones que exceden las tramposas reglas de juego del sistema que defienden con uñas y dientes.
Es que esta cuarta fuerza, aunque privada de representación debido a la atomización impuesta por la vorágine de los tiempos que corren (la cual deja escaso tiempo a las personas de a pie para poder dedicarse al estudio y el análisis de la realidad social y, en consecuencia, buscar formas organizativas para incidir positivamente sobre ella), cuestiona radicalmente esta pretendida “democracia” en la no ganan quienes elaboran las mejores propuestas, sino quienes mas dinero invierten en campañas. Compuesta por al rededor de 12 millones de personas, esta heterogenea fuerza adolece aun de la cohesión necesaria para inclinar la balanza en favor de sus múltiples aspiraciones, pero sus integrantes atraviesan todo el entramado social y participan de la vida política a través de organizaciones sociales, centros culturales, comunidades originarias, comisiones internas, grupos de afinidad, asambleas socioambientales, medios alternativos, cooperativas, espacios de diversidades de géneros, clubes de barrio y un largo etcétera de instituciones extraoficiales mucho mas vivas y dinámicas que los partidos tradicionales.
Sin embargo, el poder real y su aparato de construcción de sentido ningunean a esta fuerza y tratan de silenciarla por todos los medios. Desde el asesinato liso y llano, como el que cometieron contra Facundo Molares, hasta la detencion arbitraria, como la impuesta a Jesica Bonefoi; desde la cancelación mediática, como la sufrida por Sabrina Ortiz, hasta la represión indiscriminada, como la lanzada recientemente contra el pueblo de Jujuy; desde los desalojos a personas sin techo, como el llevado a cabo contra las familias de Guernica, hasta las causas armadas, como las orquestadas contra lxs integrantes de “Exaltación Salud”; desde el destrato y la desatención, como los que sopotan los integrantes del 3º Malón de la Paz, hasta el genocidio encubierto, como el que se opera sobre el pueblo Wichi, nada escatiman los testaferros del sistema para acallar a ese 31 % que no entra en sus ecuaciones gubernamentales.
A pesar de todo, la cuarta fuerza sigue creciendo y mas temprano que tarde encontrará el camino por el cual convergerán todas las personas dispuestas a enfrentar los desafíos que implica un verdadero cambio social. Para ello habrá que desenmascarar también a quienes renegando públicamente de “la casta” aspiran a ser parte de ella.