Por Federico Paterno
Un sector de la ciudadanía supo ayer separar el odio de clase e impedir una vuelta a los momentos más oscuros de nuestra historia, poniéndole un freno al partido que reivindica la dictadura y replica discursos de Massera.
Una parte de la voluntad popular se hizo sentir y, más allá de las opciones, es positivo saber que un personaje de la talla de Javier Milei es considerado peligroso para nuestro país.
Estamos en las puertas de nuevos liderazgos dentro del peronismo, tanto en la nación como en la provincia de Buenos Aires. Algo que pareciera marcar el final de la etapa del Kirchnerismo en la política argentina, que solo cuenta con cierta fuerza de La Cámpora en algunos rincones del conurbano, dónde ganó intendencias como por ejemplo Quilmes y Lanús.
Con el apoyo de las extremas derechas de lugares como España y Brasil, que habilitaron militantes para actuar de veedores de la elección, el circo romano de Milei no tuvo efecto. Sin embargo, el escenario de la política partidaria hoy demuestra que la sombra de la extrema derecha está ahí latente, haciendo ver su poderío con mas de 30 diputados y 8 senadores. Esto habilita a pensar en una nueva fuerza política en el congreso los próximos cuatro años.
No hay que dejar de mencionar que el crecimiento de un personaje como Milei es, en parte responsabilidad de la actual gestión de gobierno, la cual favoreció su ascenso con peleas internas que lograron un Frente de todos para unos pocos. Más allá del rol de los medios para imponer a este personaje de la neoderecha, debe saberse que las votaciones en el congreso fueron y son una herramienta fundamental en “nuestra” demoracia.