ES SOLO ROCK AND ROLL… Y ME GUSTA!

Los Rolling Stones llegaron a la Argentina para presentarse en La Plata la semana pasada. La legendaria banda británica brindó tres conciertos en el Estadio Ciudad de La Plata en los que hizo vibrar a tres generaciones de fanáticos. ANCAP estuvo presente en una de ellas y te cuenta detalles de un show inolvidable. Por Diego Ferraro.

De la mano de Jagger, los Stones regresaron al pais tras 10 años
De la mano de Jagger, los Stones regresaron al pais tras 10 años

La Plata, miércoles 10 de febrero, 17.20 horas. La capital de la provincia de Buenos Aires se convierte por unas horas en la capital mundial del rock and roll. Los últimos kilómetros de la autopista que desemboca en la ciudad de las diagonales es una peregrinación de fanáticos de la que se autodenomina “la banda de rock and roll más grande del mundo”; y para ser sincero, al escribir este artículo no puedo despojarme de este enunciado.

Para las 19.00 horas, las calles de La Plata son un mundo de gente tarareando riff’s de las guitarras de Keith Richards y Ron Wood, gente en las plazoletas cantando entre cervezas y demás hierbas, y un choque generacional que pocas bandas pueden provocar: familias enteras asistiendo al espectáculo, abuelos con nietos, jóvenes, adultos, adolescentes, gente de más de 70 años.

En la caminata hacia el estadio se pueden escuchar los primeros acordes de Ciro y Los Persas, segunda banda telonera de la tarde después de La Beriso. Andrés Ciro utilizó una hábil estrategia al tocar mayoritariamente temas de Los Piojos (como Taxi Boy, Tan Solo o Ruleta,entre otros), dejando para cierre al hitero Como Alí, el cuál justamente contiene un pequeño homenaje a los Rolling Stones en sus estrofas (“…soy Jacobo Flash, el saltarín…”, en alusión a Jumpin’ Jack Flash).

El "Ciudad de La Plata" de bote a bote
El “Ciudad de La Plata” de bote a bote

Para las 21.00 horas ya nadie esta afuera del estadio. El murmullo ansioso de más de 50.000 personas hace cada vez más ruido, y cuando las luces empiezan a apagarse y las lenguas stones brillan en las pantallas principales, el tradicional “oooh vamos los stones” del público se hace ensordecedor.

En los gigantescos led’s comienzan a aparecer tapas de discos de todos los tiempos, y un viaje ficticio por la ruta es decorado por las caras de los cuatro integrantes de la banda: de golpe el camino desemboca en el obelisco y se lee la leyenda “Bienvenidos a Argentina”. Un haz de luz se hace en el escenario y desde la nada misma empiezan a sonar en la guitarra de Keith Richards los acordes de Jumpin’ Jack Flash y el estadio es una fiesta. El imparable Mick Jagger toma la escena y el espectáculo comienza. Let’s spend the night together e It’s only rock and roll redondean un comienzo furioso a puro rock, seguido por el popular Tumblin’ Dice.

El primer gran momento de la noche llega con la armónica de Mick Jagger en Out of Control; la gente tararea al compás del instrumento de viento y los músicos vuelven a sentir esa conexión particular que tienen con el público argentino. Jagger demuestra que esta intacto al imponerle un ritmo frenético entre corridas y canto al estribillo, sorprendiendo a todos los presentes con su vigencia y vitalidad.

La continuación fue la balada escogida por el voto en las redes sociales por el público, que fue la conocidísima Angie, seguida de uno de los mejores temas de la historia del rock como es Paint it Black. Reviviendo viejas épocas, desde el disco Sticky Fingers reeditaron un tema menos popular como Can’t you hear me knocking, con solos de guitarra sensacionales tanto de Ron Wood como de Keith Richards. Luego de un momento más tranquilo, el rock más fuerte volvió a escena de la mano de uno de los himnos de la banda, Honky Tonk Woman.

Casi en la mitad del recital, Mick Jagger presentó a la banda, con ovaciones ensordecedoras para el histórico baterista de la banda, Charly Watts, y Ron Wood. Pero el momento culmine fue la presentación de Keith Richards: Una ovación que duró casi tres minutos y que terminó con la emoción hasta las lágrimas de “Keef”, el más Stone de los Stones. De hecho, el mismo debía tomar la voz para cantar Slipping away, pero su emoción debió postergar un instante su comienzo. El segundo tema que el guitarrista entonó fue Before the make me run, del disco Some Girls, la grabación estilo Disco de la banda.

Jagger y Richards vigentes a pesar del paso del tiempo
Jagger y Richards vigentes a pesar del paso del tiempo

Mick Jagger volvió a escena para lucirse el junto a todos sus compañeros en Midnight Rambler, demostrando la vigencia de la banda pese a tratarse de hombres de más de 70 años. Un tema que dura más de 10 minutos y que oscila entre la zapada, las guitarras de Richards y Wood y la armónica de Jagger, yendo y viniendo entre un ritmo frenético y un tema que se apaga.

De aquí en adelante, la parte final del espectáculo se comienza a superar tema tras tema. Miss you abre una serie de versiones insuperables de temas, seguida de un tema que fuera emblema de la juventud que se manifestará en contra de la guerra de Vietnam en los ’60, como Gimme Shelter.

Los aplausos enfurecidos se vuelven silencio expectante, y estallan en los acordes de Start me up, haciendo del estadio una fiesta de canto, luces y pogo.

Todo se vuelve rojo (incluído Mick Jagger) y la emblemática Sympathy for the devil produce escalofríos en vivo: himno de la banda y del mundo rock en general, emociona escucharla en vivo con sus propios creadores ejecutándola; y como para que el clima no se apague, antes que puedas terminar de aplaudir, Brown sugar ya te hierve en las venas. El coro y las manos coreográficas de todos los presentes no hacen más que darle un marco sensacional al estadio. Primera y engañosa despedida. Todos sabemos que algo falta.

Tras 5 minutos de oscuridad, un coro que respeta la versión original trae de vuelta al escenario a los ingleses más queridos en Argentina con una versión insuperable de You can’t always get what you want. Pero todos sabemos que falta un tema…

El más trillado, el que conoce aún quien no sabe nada de los Rolling Stones. Pero un gran tema al fin, ese que no puede faltar, ese del riff que se te pega y lo tarareas a más no poder…y entonces empieza a sonar (I can’t get no) Satisfactión, y te deja un recuerdo en la retina que ninguna imagen fotográfica podría igualar. El estadio se mueve al ritmo de un tema que habla de disconformismo e insatisfacción a la conservadora sociedad inglesa de los ’60, pero que tranquilamente se puede trasladar a la actualidad.

Y ellos se despiden, y ves gente llorar pensando “no los vemos más”. Y ves otra vez a los adolescentes y a los abuelos unidos por ellos cuatro. Y ves generaciones y clases sociales hermanadas en una banda que es mucho más que música. Y sentís que sos parte de esa sub-cultura que significa ser “rollinga” en nuestra tierra. Y te vas, vos si, con la satisfacción de haber visto a una de las mejores bandas de la historia.

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