EL VERDADERO “DÍA DE LA LEALTAD”

No es un “maravilloso día peronista”. Sino es un día de reflexión y lucha por lo que sufren los pibes y pibas de los barrios humildes ante el accionar de las fuerzas de (in)seguridad y el Estado represor. Segundo aniversario de la recuperación de los restos de Luciano Arruga. Una historia de lucha y compromiso de familiares y amigos. Por Juan Pérez

El 17 de octubre no es un día más en calendario para la historia Argentina. Se trata de una fecha que tiene su connotación con la manifestación popular. Con el pueblo en la calle exigiendo, no sólo la liberación de Juan Perón, sino qué se garanticen derechos humanos básicos. Esas jornadas de 1945 son postales de lo que la voluntad del pueblo puede conseguir cuando se plantea cambiar su realidad.

sin-justicia1-200x300Sin embargo, desde el 2014, el 17 de octubre toma otra significación. Esto se debe a otro reclamo inherente a los derechos humanos. En este caso, quizás, no encontremos la movilización en masa a plaza de Mayo, pero sí se puede comprender como una jornada gravitante en la organización de familiares y amigos de Luciano Arruga. Se trata del día en que, después de más de cinco años de lucha, pudieron recuperar el cuerpo del pibe de 16 años que había sido detenido, torturado y asesinado por la policía en enero de 2009.

Pasaron dos años de aquél día en que sonó el teléfono de Mónica Alegre (madre de Luciano) y Vanesa Orieta (Hermana) con el llamado que les informaba la “aparición” (si es que así se puede decir) del cuerpo de Luciano. Aquél que estaban buscando con incansable perseverancia desde los primeros días del 2009 con la sospecha de qué las fuerzas oscuras de la (in)seguridad algo tenían que ver en la cuestión, ya que Luciano había sido victima del hostigamiento y el apriete de la maldita policía bonaerense en sus últimos meses de vida.

Fue un 17 de octubre, el llamado “día de la lealtad”, en qué se cristalizó el encuentro del cuerpo de Luciano, fruto de un compromiso asumido tanto por Vanesa como por Mónica, y un sin fin de personas, que peregrinaron hospital por hospital, comisaría por comisaría y cuanto espacio u organización hiciera falta para hallar respuesta sobre el paradero del joven. Y ahí estaba, enterrado en el cementerio de la Chacarita, en una tumba como NN, como si fuera un desconocido. Quisieron borrar su identidad pero no se habían dado cuenta que Luciano había dejado su huella marcada para siempre.

Muerte en un accidente de tránsito” reza la carátula de la causa. “Cruzó la General Paz y un auto se lo llevó puesto” dicen las crónicas policiales, las mismas que palabra por palabra dejan un hedor de inconfundible pestilencia producto de las manos mafiosas de una policía asesina comandada por un Estado encubridor. “Mi hijo no cruzó por él mismo” marca Mónica Alegre en su a locución en la radio abierta que se realizó por el aniversario de la recuperación del cuerpo de Luciano en el espacio radial “Zona Libre” que montaron en el mismísimo destacamento donde fue torturado el pibe. “Lo mató la policía y lo desapareció el Estado” condena palabra por palabra con su voz entre quebrada por la emoción del dolor de saber lo que hicieron con su hijo, pero con la firmeza y la valentía de poner luz a la oscuridad que se pretendió y aún se pretende dar con este caso. “En 8 años nadie (funcionarios) dio la cara” sentencia en el final de su discurso, que es el de una madre dolida pero de pie para seguir dando lucha por su hijo y por el resto de los pibes de los barrios humildes que aún son víctimas de las torturas y persecuciones de las fuerzas de (in)seguridad y un Estado represor. 0008017486

Quizás la cara más visible en la pelea por la aparición de Luciano Arruga sea su herma, Vanesa Orieta. Porque ella, acompañada por amigos y familiares, se encargó de hacer oír en cuanto espacio pudo que no iban a cesar en su búsqueda de verdad. Ella misma fue quien se encargo sistemáticamente durante cinco años y ocho meses en hacer saber que si su hermano no estaba en su casa es porque la policía, que lo venía hostigando desde hace tiempo, estaba metida en el medio. Fue la misma que al enterarse de qué fue lo que sucedió con su hermano y encontrar su cuerpo en una tumba sin identidad, se plantó en una conferencia de prensa para decir, a quien quiera oír, que a pesar del profundo dolor que le causaba tener la seguridad de que su hermano estaba muerto, no iban a bajar los brazos en la búsqueda de justicia. “Los verdugos aplicaron sobre el cuerpo de mi hermano una violencia extrema” declara Vanesa ante los micrófonos de “Zona Libre”. “La policía es la asesina de Luciano y el Estado es responsable de que esté desaparecido por cinco años y ocho meses” dice con firmeza y reflexividad, la misma que caracteriza cada día de su lucha.Y además agrega “¡Scioli no te olvidamos! Sos el primer responsable de la desaparición de Luciano por las políticas represivas para los pibes”. Cada palabra es una estocada para un sistema corrupto y asesino. Es el que se llevó puesta la vida de Luciano como así también la de tantos pibes y pibas de los barrios del conurbano y de la Ciudad de Buenos Aires.

El 17 de octubre se celebra el “día de lealtad”. En los escenarios vitorean cánticos populares personajes nefastos que atentaron desde sus funciones públicas contra el pueblo, el verdadero responsable de aquellas jornadas de 1945, y que de leales poco tienen entre sus antecedentes. Por eso, si queremos pensar en lealtad y entender el verdadero significado de la palabra hay que mirar para el lado de la familia y los amigos de Luciano Arruga, que no escatiman esfuerzos ni compromiso en la búsqueda de verdad. Y que a siete años de su desaparición y a dos de la recuperación de sus restos siguen firmes en sus convicciones y apuntando porque paguen todos los que deben pagar sus cuentas con la justicia.

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