Por Juan Alberto Pérez
El fútbol es el deporte más popular en la faz de la tierra. Es un evento que atrae las miradas a lo largo y a lo ancho del globo terráqueo. Este deporte es una expresión cultural y de identidades como pocos. Pero también funciona como elemento alienante como ningún otro por parte de los poderes. Y la Copa del Mundo es la máxima expresión de esa ambigüedad. El mundial pone a flor de piel las pasiones del pueblo, pero también es utilizado para negocios y para distraer mientras los gobiernos toman medidas antipopulares. Por eso Rusia 2018 es foco de atención y tras sus primeros ocho partidos y con la primera actuación de la selección argentina hay mucha tela para cortar.
La copa arrancó el jueves con los locales enfrentándose a Arabia Saudita. Rusia llegaba a su mundial con muchas dudas, incluso por la continuidad de su DT, ya que los resultados previos eran malos. Las derrotas se sucedían y el funcionamiento no se encontraba. Sin embargo, el envíon anímico que representa el partido inaugural en casa, y con la atenta mirada de Vladimir Putin en las gradas, sumado a un rival de los más débiles que habrá en este mundial, hizo las cosas simples para los rusos que se llevaron un contundente 5 a 0 en su favor. Y es que los árabes dirigidos por el argentino Juan Antonio Pizzi arrancaron el encuentro intentando un buen trato de balón y dinámica, pero se diluyó muy rápido y sucumbió a la velocidad del contragolpe ruso que lo castigó en cinco oportunidades.
Ya con el puntapié inicial desarrollado el viernes le tocó el turno a Uruguay. Los charrúa presentan para esta cita un combinado mezcla de veteranos y juventud. El equipo del maestro Tabárez conserva la garra de la vieja guardia de los Godín, Suárez y Cavani; con la juventud fruto de un buen trabajo en juveniles. Las apariciones de Josema Giménez, Naitán Nández y Rodrigo Betancourt le dan un aire renovado a la celeste. Sin embargo, le tocó encontrarse con un viejo zorro como Héctor Súper que formó una selección egipcia que entusiasma. O entusiasmaba hasta que Sergio Ramos lesionó a su máxima figura, el delantero Mohamed Salah. Uruguay intentó desplegar un fútbol asociado y con tenencia de balón, muy lejos de su tradición de garra. Pero no pudo durante casi 90 minutos doblegar a Egipto. Tuvo que apelar a el recurso del cabezazo de Giménez, quien asestó al arco un testazo que puso la diferencia definitiva en favor de los orientales.
La segunda jornada del mundial tenía el primer plato fuerte. España y Portugal se encontraron para abrir el grupo B en un desafío entre el tiki taka de los españoles contra la potencia de Cristiano Ronaldo. España llegó con un juego sólido y probado, pero con el conflicto que generó el despido a dos días del partido del DT, Julen Lopetegui, que se desató por la firma con el Real Madrid. Fernando Hierro se hizo cargo del equipo que salió a la cancha. En la primera jugada de relevancia del partido, CR7 pisó el área y lo tocaron. Penal que luego el astro del Real Madrid cambió por gol. Desde ahí se desarrolló un partido vibrante que tuvo a España levantando el resultado y a Portugal empatando lisa y llanamente por Cristiano Ronaldo que hizo un hack trick para sellar el 3 a 3, en lo que fue el partido más vibrante de lo que va el mundial.
Por el mismo grupo B también se vieron las caras Marruecos e Irán. Ganaron estos últimos gracias a un gol en contra marroquí. Estos dejaron la sensación de que de darse la lógica ambos no tendrán la suerte de pasar de fase. Pero esto es fútbol y los partidos hay que jugarlos.
Y tan es así que los partidos hay que jugarlos que cuando pensábamos que Francia pondría de manifiesto la superioridad en nombres y en proyección contra la débil Australia, la cosa no fue tan así. Si no fuese por un penal que se le dio por la utilización del VAR (Asistente del referí por video) le hubiese costado lograr el definitivo 2 a 1. Por la misma zona que Francia llegaba el Perú del argentino Ricardo Gareca. Se encontraba con un duro equipo de Dinamarca que traía un invicto de 13 partidos. Y así fue qué, tras errar un penal, los peruanos cayeron ante los nórdicos por 1 a 0, y dejaron una imagen muy floja.
Pero el plato fuerte por estos lados era el debut de la selección Argentina. La escuadra de Lionel Messi iniciaba su aventura rusa contra la cenicienta de la última Eurocopa, la selección de Islandia. El equipo vikingo tiene fama de duro, rocoso y contragolpeador. De eso en el partido quedaron demostradas las dos primeras. Una defensa de once jugadores hicieron imposible que Messi y compañía pudiesen llegar con claridad al arco rival. Sólo una opción que el kun Agüero revolvió con suficiencia adentro del área, un giro y un remate inatajable. Cinco minutos después llegó el empate de Islandia en una jugada mal resuelta en defensa, el punto más flojo de Argentina. Luego fue chocar contra una pared. Incluso el mismo Messi tuvo la chance en un penal que pateó con displicencia y el arquero lo contuvo. Así los minutos se le escurrieron entre los dedos y nunca pudo doblegar a su rival. Una floja actuación que preocupa de cara al encuentro contra los croatas, quienes justamente vencieron en su primer partido a Nigeria por 2 a 0.
Se jugaron ocho partidos sin grandes luces. El campeonato calienta motores y las presentaciones de Brasil y Alemania generan la esperanza de que pueda aparecer un poco de fútbol bien jugado para justificar todas las ilusiones generadas alrededor de la cita.
Mientras tanto, en Argentina, a pesar de alentar a la celeste y blanca, no olvidamos que el gobierno sigue su política de ajuste, según manda el FIM, que el dólar está imparable y pega en los bolsillos más duro que la defensa islandesa, y que esperamos que el Senado de la nación apruebe la ley de interrupción voluntaria del embarazo. El fútbol no nos distraer, nos oxigena un poco la cabeza mientras nos preparamos para continuar la lucha contra este modelo represivo y reaccionario que nos gobierna.
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