Por Juan Alberto Pérez
Foto Gabriela Manzo
“Evitemos estar en la calle” dijo el candidato. Y lo entiendo, desde un plano político puedo llegar a comprender el pedido. La elección está casi ganada, este gobierno es historia, la situación es cosa juzgada solamente hay que esperar a diciembre. Puesto que la estamos pasando mal, la verdad que el gobierno de Mauricio Macri, el gobierno que nunca debió haber sido, deja un tendal de deudas, y no me refiero a la externa. Dijo que iba a bajar la inflación y la aumentó, dijo que iba quitar los impuestos a los salarios y directamente bajó los salarios, dijo que no habría despidos ni cierre de fábricas y no paran de bajarse las persianas y apagarse las máquinas. Dijo que reduciría la pobreza y bueno… A eso quiero referirme.
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Porque el candidato que será pidió que la calle esté tranquila, que la transición sea en paz y que no haya mayores disturbios. Y lo puedo entender. Podemos aguantar un poco más los que tenemos trabajo que los alimentos aumenten, todavía nos queda un poco de espalda a los que tenemos un techo, aunque sea de alquiler o de prestado, para esperar que las navidades y el año nuevo nos traigan alivio económico; podemos soportarlos los que tenemos un plato caliente que poner en la mesa todas las noches, aunque cada vez más reducido, que estos tipos salgan eyectados de la Casa Rosada para poder volver a comer un asado al menos en el mes.
Pero hay personas, argentinos y argentinas, que no pueden esperar tres meses. Hay mujeres, hombres y niñes que esperan, que padecen desde hace 4 años por lo menos. Son los expulsados por las políticas de Mauricio Macri que no pueden esperar impávidos que el cambio de gestión, con su voluntarismo, de vuelta la taba. Hay compatriotas que la está pasando mal y que son los marginados de hoy, cuyo único futuro es ver si pueden meterle algo al estómago al final del día. No hay que irse muy lejos eh, no es cosa extraña, no pasa solamente en el siempre postergado norte argentino, no es una postal del África subsahariana. Frente a la Plaza de Mayo, en la puerta de un banco Santander, a una cuadra del ministerio de economía, donde se manejan los fondos de los argentinos, a menos de 150 metros de la Casa Rosada, hay en la vereda una familia con un bebé de brazos, no debe tener más de 7 meses, apenas amparado de la intemperie por unos trapos viejos y unos cartones, duerme en un colchón desvencijado, seguramente descartado vaya a saber por quién. Ese bebé que es testigo del transitar de miles de personas por día, de todas las clases sociales, fundamentalmente trabajadores, que seguramente se asustará por el ruido del helicóptero que usa el presidente para ir o venir de su casa, es niñe no puede esperar el traspaso de mando. Ese bebé es un desechado del sistema de hoy, que crecerá en la postergación si no hacemos algo y que el día de mañana no tendrá un futuro al que aspirar.
Por eso digo, que no hay tiempo para esperar. Que aún sabiendo que los muertos de las manifestaciones siempre los ponemos nosotres, no podemos dejarla pasar como si nada. No es momento para evitar estar en la calle. El candidato de Todos debe entender porque hay miles de argentinos acampando en la 9 de Julio, debe tratar de empatizar con los que hicieron las ollas populares ayer en Plaza de Mayo y los que fueron a presionar al Congreso para que salga la media aprobación de la Emergencia Alimentaria. El candidato debe dejar por un momento los gestos para la comunidad internacional, para los banqueros y para el sindicalismo de traje. Tiene que empezar a dar gestos a los que lo votaron, porque el 49% de los votos no se consiguieron por parte de magia. El pueblo en su conjunto decidió apostar por una fuerza política para solucione sus problemas, no los problemas de los que hasta el 11 de agosto le dieron la espalda, lo insultaron y lo trataron como el peor de todos.
Le hago una propuesta al candidato, más bien a los que delinean la campaña, ¿Por qué en lugar de invertir las grandes cifras en publicidad, pintadas callejeras, búnkers o actos masivos, no se utiliza ese dinero en ayudar a los que más lo necesitan?¿No sería la mejor publicidad que podría hacer? El slogan de Cristiana Fernandez de Kirchner durante su gobierno era “La patria es el otro”. Tal vez sea el momento de mostrar lo patriotas que son, porque si bien todavía no hay responsabilidad política porque no se asumió el poder, el compatriota tiene problemas hoy, ese bebé que duerme frente a la Plaza de Mayo no tiene que comer esta misma noche. Que impactante sería la imagen del candidato a presidente que está por asumir acercándose a los que viven en las calles y le lleve un plato de comida, se siente un rato con ellos y los escuche, algo tan simple como eso, quizás ayude ¿No les parece? Tal vez la futura vicepresidenta pueda tener un gesto de este tipo que haga que el mundo entero hablen de ella. No ganarían la elección por 49 puntos, lo harían por 100. Porque demostraría que no están jugando a la política, que creen en la política como herramienta de transformación de la realidad, y que ponen el cuerpo para estar con los que la están pasando mal. Pero bueno, para eso hay que esperar parece. Mientras tanto me tomo el atrevimiento de darle un consejo al candidato Albert Fernández, no nos diga que evitemos las calles, porque las calles son nuestras, y mientras ustedes hacen la plancha para que llegue diciembre y asumir el mando hay argentinos y argentinas que la están pasando mal. Seguiremos luchando por ellos, sea quien sea el que ocupa el sillón de Rivadavia.
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