Tiembla el continente, tiemblan los ricos, tiembla la burguesía, tiembla el neoliberalismo, tiembla el patriarcado. Desde la rivera Sur del Río Bravo y quizá desde la otra también, hasta el estrecho Magallanes, los pueblos se agitan en convulsiones de violencia desatadas por la impudicia y la codicia de minorías autoprivilegiadas que echan mano a cualquier recurso para sostenerse en sus posiciones de poder. Como contrapartida, desde México hasta la Patagonia millones de personas se manifiestan y dan la pelea en las calles, hartas de ser convidadas de piedra virtuales en el disfrute de la vida e interpelan radicalmente a las clases dirigentes creando autoorganización y nuevas formas de relacionarse.
Por Ivan Fierro para ANCAP
Las hermanas de la Lacandona, pese a las persecuciones de narcos y malos gobernantes, concretaron en 2018 el primer Encuentro de Mujeres Zapatistas al que asistieron multitud de féminas de todos los países para compartir experiencias de emancipación y dar un nuevo grito que llame a la lucha por el cese de la destrucción de la madre tierra y la intoxicación de los vínculos sociales generadas por políticas de saqueos y vaciamiento, explotación y despojo. Cuba resiste el criminal bloqueo económico-mediático-ideológico que traba su libre desarrollo y condena a la población a vivir en la estrechez desde hace casi 60 años, mientras silenciosamente con su ejemplo erosiona el pedestal en que se asienta la potencia que todavía se impone como paradigma de “progreso” para la humanidad.
Venezuela, también bloqueada, mantiene a raya a los buitres que la sobrevuelan y a las hienas que la cercan para apoderarse del petróleo que hay bajo su suelo. Colombia recrudece la lucha armada luego de los asesinatos cometidos contra los líderes populares que se habían desarmado creyendo en las promesas de paz realizadas por los sucesivos gobiernos títeres. Ecuador, con su movimiento campesino e indígena, toma rutas y calles para manifestarse contra el sistema y sus consecuencias. Como respuesta, el traidor Lenin Moreno balea al pueblo y abona con esa sangre la tierra de Huascar y Atahualpa. Perú, atravesando una aguda crisis de reprensentatividad, muestra las hilachas de las democracias burguesas y lastra hacia el fondo a una clase política más que obsoleta y decadente. Bolivia se reafirma y se planta frente a los vestigios de una derecha residual y en franco retroceso, debido al cambio de cosmovisión propiciado por sectores campesinos originarios el cual tuvo que ser reconocido hasta en su carta magna al exigir que se declare Bolivia como Estado Plurinacional y a la Pacha Mama como sujeto de derecho. Brasil, acallado por la mano de hierro del fraudulento fascistoide, enfrenta inerme la destrucción de la Amazonía con sus referentes encarcelados o muertos por la virtual y real dictadura de Bolsonaro.
Argentina, con su entramado social desecho y su economía destrozada, práctica la guerra de pobres contra pobres y cifra sus esperanzas en el reciclado de figurones de la política partidaria mientras que su movimiento de Mujeres parece ser la única fuerza viva que aún no ha pisado el palito y, también, brega por ser una opción revolucionaria convirtiéndose en Plurinacional. Escasas son las noticias de países como Guatemala, Honduras, El Salvador, Panamá, Nicaragua, Bélice, Haití, República Dominicana, etc., pero todo hace pensar que los pueblos allí se enfrentan y luchan contra el despojo de sus bienes y sus vidas. Hoy Chile marca un camino; amargo, peligroso, violento y triste, pero no por eso menos esperanzador y promisorio. La insurrección popular en ese país es la consecuencia de la hiperconcentración de las riquezas y su contracara: la miseria planificada. Sin salud ni educación públicas, con salarios míseros, con marginación y desprecio, sin trabajo ni tierra para la inmensa mayoría de la población, el pueblo trasandino rompió la mordaza que lo enmudecía desde aquel fatídico 11 de septiembre de 1973 y despertó del letargo al que lo habían condenado sus verdugos.
Hoy Chile vive en anarquía, en esa anarquía paridora de nuevos tiempos. ¡No lo dejemos sólo!. Toda Nuestra América debe estar con Chile, corriendo su misma suerte. Con su población masacrada, con sus mujeres violadas por el ejército, con sus militantes torturades, con sus niñes hambreades, con sus campesines, mineros, pueblos originarios, estudiantes, jubilades, obreres y trabajadores de todas las ramas de la industria y el comercio, porque elles son les que generan (al igual que en todos los países del mundo) las riquezas que otres despilfarran.
En Nuestra América pasa algo. Es la revolución que se despereza en Chile, crece en Bolivia, se hace mujer en Argentina, baila en Brasil, discute en Perú, siembra en Ecuador, canta en Paraguay, hace el amor en el Caribe, se entrena en Colombia, se foguea en Venezuela se alimenta en México, estudia en Cuba y nos apura desde todos lados.
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