Por Juan Albebrto Pérez
El coronavirus se ha convertido en el principal tema del planeta. Ya decretado como “Pandemia” desde el 16 de marzo, hasta el momento de la publicación de esta nota hay 263732 casos de infectados alrededor del mundo. También se han registrado 9867 muertos. En Argentina son 128 los casos confirmados y 3 muertos. En Italia es dónde mayor casos de muerte hubo, 4032 casos, con 47021 infectados. En China, donde nació en virus, hubo 81250 casos, 3523 muertos y 71266 recuperados. En las últimas dos jornadas no hubo nuevos registros de infectados, lo que genera cierto alivio.
En nuestro país, el presidente Alberto Fernández, decretó ayer una cuarentena obligatoria hasta el 31 de marzo, en la cuál se prohíbe todo tipo de tránsito en las calles para evitar la propagación del virus. Esta medida, llamada de “aislamiento social preventivo” se da para que se morigere la curva de contagios, ya que este se produce por el contacto con las personas que lo contrajeron. Para ello se limita la concurrencia a los lugares de trabajo, desplazamientos en rutas, vías y espacios públicos. Así mismo, la única excepción es para provisionarse de alimentos o elementos escenciales para la vida (medicamentos, artículos de limpieza y alimentos).
Si bien hay actividades exceptuadas de la cuarentena, como aquellos que producen alimentos, servicios de salud, servicios públicos (agua, gas, electricidad y combustibles), etc. Las fuerzas fueron desplagadas a las calles para realizar el “control” de la situación. Tomando como referencia un grupo muy minoritario de personas que decidieron no respetar la norma dictada y salieron a las rutas pensando que estas son unas vacaciones regaladas, el discurso público se endurece para el control social y dan lugar a los peligros que impone la prepotencia del aparato represivo del estado, que incluso ya estuvo actuando antes de que se dicte la medida.
Hay un video que recorrió en las redes, uno de los tantos que uno puede ver desde que está auto aislado, en dónde se ve a un patrullero marchando por las calles de Lugano al grito de “¡Nadie camina, nadie corre, nadie hace ejercicios, vayanse para las casas!”. Esta situación es alarmante dado que hasta ese momento no se había decretado la restricción y por lo tanto era ilegal que la Policía aplique un toque de queda inexistente. Más aún las alarmas se activan dado que el presidente en su discurso de ayer manifestó que “Haré cumplir la ley con rigor para salvar vidas. Con aquellos que pongan en riesgo la salud de los argentinos, el Estado será implacable”. Esto es, discursivamente, una carta blanca a que las fuerzas hagan lo que quieran. Así es que hoy ya tenemos el primer caso. La policía de Jujuy actuó bajo las órdenes del gobernador Gerardo Morales, desatando una feroz represión en una plaza pública, corriendo a balazos a las personas que no estaban en aislamiento.
Por eso, sacar a las calles las fuerzas en este contexto seguramente generarán mayor paranoia y temor, dado que los antecedentes represivos lo preceden. La Gendarmería que está haciendo controles en rutas es la misma que reprimió a Santiago Maldonado y la misma que fue brazo armado de Patricia Bullrich en la represión social de los últimos 4 años. La Prefectura que hace tareas de requisa es la misma que asesninó a Rafael Nahuel. Las policías locales y la Federal son las mismas que durante los 4 años de macrismo provocaron el 48% de las muertes que produjo el aparato represivo del estado (dato del informe N28 de Correpi). Es decir, son las mismas fuerzas que cayeron contra el pueblo las que deben contenerlo.
Si hay algo que nos deja el Coronavirus es la visión de que no es más viable este modelo de salud que impone el capitalismo, dónde el sistema público es debilitado, mientras se hacen negocios privados con la salud. Un sistema público y de calidad se impone, con una fuerte intervención estatal para garantizar que el pueblo pueda acceder. Argentina hoy está lidiando además de que con el COVID-19, contra la epidemia del dengue y el sarampión. Estos últimos producto de la desidia estatal que no pudo y no quiso contener a las personas más vulnerables. El sarampión y el dengue atacan en los lugares más pobres dada las pésimas condiciones de vida. Sin embargo, el COVID llama más la atención porque es exportado y diezmo a las naciones utilizadas como ejemplos por ciertas miradas burguesas.
Sin quitarle importancia, ni mucho menos (quedate en tu casa y seguí las instrucciones de les que saben), lo cierto es que el Estado argentino está apostando por un control punitivista y por el pánico social para intentar controlar a la población. Y de este modo apoyándose en un aparato rancio que viene demostrando hace años que es lo más corrupto e inseguro que tiene el país. Hablamos de las fuerzas represivas del estado.
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