Por Federico Firpo
A estas alturas de la vida ya no nos sorprenden ciertos fuegos. Sea por la razón que fuera, los verdaderos culpables harán de otros la culpa y sin tragarla, ni beberla perderán los mismos que hacia el arroyo de la devastación han sido plantados.
Las cronologías del mundo nuevo nos traen los precedentes del futuro mundo de las propiedades, en este sentido nos encontramos desdibujados entre comercios que abren sin el permiso, como queriendo correr contra la desesperación de encontrarse en la encrucijada de haber quedado encerrados en medio de un extraño virus invisible que no permite avanzar en los fines de lucro que den lugar a la convivencia digna sin faltantes de insumos, ni para ellos ni para nosotros. Por el otro lado, quienes piden el acceso a una vivienda a través de la toma de un terreno y contra la posibilidad de un negociado inmobiliario.
A los fines de la ley, probablemente ambas cosas estén mal, es decir, los dos casos violarían una normativa vigente, sin embargo, uno se presenta como la desesperación de los comerciantes por ganar el dinero que genere el sustento de cara a una vida sin deudas y sin carencias, mientras qué, a la inversa quienes dejan en evidencia la problemática eterna de no tener una casa propia son puestos en agenda como los detentores del verdadero mal, a pesar y a diferencia de otros casos de nada tener.
Cuando los titulares vociferan al extremo acerca del asesinato a mano armada contra un efectivo de la ley, no parecieran resonar los tambores del circo mediático en similar sintonía si de reprimir brutalmente a enfermeras se trata. Y para peor, nos hemos acostumbrado a vivir en la idea que doctor que pare, maestro que pare, irresponsables son por dejar a la buena de Dios la enseñanza y la salud, sin contemplar jamás que la educación y la salud son las primeras en deber estar bien alimentadas de cara a una futura mejor sociedad. En fin…
Y allá a lo lejos, en las tierras que bien supieran ser ancestrales, si el boom de la Gran Inmobiliaria no sale, si los pooles de siembra por motivo alguno fueran frenados, los incendios intencionales serían del escenario.
Pareciera ser que el mundo ha quedado ya marcado, sin embargo, no serán siempre los culpables aquellos que ningún poder de decisión tengan. Extraño ser que dejamos ser…
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